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DAMIEN JURADO
No se puede hablar de los cantautores urbanos fundamentales de los últimos dos lustros y no mencionarlo. El folk-rock sentido, dolido y al estilo de Seattle del estadounidense está abonado a los parabienes de los medios especializados. En 2009 giró intensamente por nuestro país con su disco más personal, “Caugth In The Trees”, en el que cambió la tercera por la primera persona a la hora de contar historias. Retrato confesional con las carnes abiertas y triunfos inapelables en festivales como Primavera Sound y Tanned Tin. Revalorizado su estatus, en 2010 presentó un nuevo trabajo, el noveno, “Saint Bartlett”, una vuelta de tuerca valiente y sorprendente. Su propio autor lo califica como “pop experimental orquestal”. Grabado en solo una semana y con Richard Swift en labores de producción -casi spectoriana comparada con el entorno espartano que suele acompañar a Damien-, es un paso grandioso, que, de la mano de una especie de álter ego místico, vierte luz sobre rincones que Jurado mantenía hasta ahora en penumbra. Otro nuevo giro es el que propone con “Maraqopa”, el disco que publicará a principios de 2012, que supone su mayor incursión hasta la fecha en la cara psicodélica del folk.
