Para saborear la música hay que olvidarse del ‘qué dirán’ y evitar todos esos prejuicios externos para dar paso al argumento más lógico, esa insuperable sensación de inmensidad que nace en nosotros cuando escuchamos un disco, abrazado con nuestras manos, capaz de desnudar nuestra soledad sin percibirlo de una manera inconsciente. A veces, uno le pierde la pista a un viejo amigo, de esos con los que no quedas habitualmente, pero te alegran el día cuando sabes de ellos. Así son Los Madison, que acaban de lanzar Compás de Espera, su tercer trabajo discográfico el pasado 6 de marzo. El resto es placer, emoción y la necesidad de escucharlo constantemente porque cada ocasión parece una primera vez.
El grupo llega a nuestra sala en un momento de madurez artística en la trayectoria de este grupo madrileña donde nadie es imprescindible, y nos traen canciones vestidas con ese lenguaje lírico destinado a priorizar lo sucedido y ocultar al protagonista. Sus temas recuerdan a Bruce Springsteen y a Tom Petty, al pop-rock-country-blues norteamericano que tanto gusta a sus miembros. Además, sus letras en castellano, así como la elegancia melódica que desprenden sus armonías, invita a pensar en gente tan prestigiosa en el pop nacional como Los Secretos o Nacha Pop. Menuda combinación, ¿verdad? Sí, señor. Una copa para tomársela a sorbos.
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