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Como Orlando de Virginia Woolf, Bart Davenport ha pasado por muchas épocas en su vida. Ha sido mod, bluesman y trovador soft rock. Su último álbum “Physical World” (Lovemonk / Burguer) es la culminación de todas esas encarnaciones y más. Con camisas de los “60, guitarras de los “80 y la voz atemporal de un verdadero crooner, el disco es una mezcla de Paisley Pop y Soul de ojos claros, único en su especie. Con un pie en la realidad y el otro firmemente plantado en el mundo de fantasía de una canción pop de 3 minutos, Bart habla de la vida y el amor en el mundo moderno con sinceridad y un sutil sentido del humor.
Davenport ha emigrado recientemente a Los Ángeles para formar un nuevo grupo con la ayuda de Jessica Espeleta, bajista y amiga. Ella trajo a Wayne Faler, de los Dream Boys, cuyas distinguidas guitarras encajan impecablemente en las canciones de Bart. Nathan Shafer toca el piano y los sintes mientras que Andrés Rentería y Paul Burkhart se turnan a la batería. El productor Luke Top (de la banda Fool”s Gold) captura la innegable química del grupo en “Physical World”. Éste es el sonido de un artista en su punto álgido, respaldado por un grupo consumado de músicos afines a él.
Las raíces de Bart Davenport, nativo de Oakland – California, están en la escena garage y blues de los “90. Con su primera banda profesional, The Loved Ones, sacó dos discos en el sello Hightone. El grupo tocaba un contundente power R&B y teloneó a artistas como Junior Wells y John Lee Hooker. En la década de los 2000 Davenport lanzó su proyecto en solitario y bajó el volumen de su música pero no su intensidad. Erlend Øye, el cantante de Kings of Convenience y Whitest Boy Alive, se ha referido a él como “el mejor proyecto de solista-con-guitarra que hay”. La decisión de Bart de tocar solo en acústico es más pragmática que otra cosa. Viajar ligero de equipaje le hizo posible girar y el hecho de tocar solo ayudó al artista a centrarse en un material sutil y con significado. Otra cosa totalmente distinta fue el estudio de grabación.